Pancho Madrigal, autor de célebre canción Jacinto Cenobio, vivió en Cajeme, Sonora

Editorial Polifonía Sonora

Francisco Javier Madrigal Toribio es un multifacético artista mexicano cuyo legado ha dejado una huella profunda en el imaginario cultural de México. Su capacidad para contar historias, tanto a través de la música como de la palabra escrita, lo convierte en una figura comparable a Juan Rulfo, especialmente en su habilidad para plasmar la vida rural y el choque con lo urbano de manera sensible y emotiva. Su canción más famosa, “Jacinto Cenobio”, ha resonado ampliamente por su sencilla pero poderosa representación del desarraigo, la pérdida y la soledad, temas universales que conectan con la experiencia de muchos mexicanos y personas de otras latitudes. Su legado se mantiene vivo no solo en México, sino también en América Latina, donde su trabajo ha sido ampliamente reconocido.

 

PS- Sabemos que vivió un tiempo en Sonora. ¿Podría platicarnos un poco sobre ello?

 

PM- Viví en el hermoso estado de Sonora, en Ciudad Obregón, de los 9 a los 14 años (1954 a 1959), que es una edad decisiva en la formación de un niño. Viví en la colonia Plano Oriente, a una cuadra de la escuela primaria Miguel Alemán, donde estudié los últimos tres años de la enseñanza primaria. Con mucho cariño recuerdo a mis amigos, mis compañeros de clase y mis maestros. Ahí estuvimos, mi madre, una hermana pequeña y yo.  Para ayudar con los gastos familiares, vendí periódicos El Diario del Yaqui y El Heraldo, y pizqué algodón. Muchos años después, mi querido amigo Ramón Íñiguez publicó unos cuentos míos en El Diario del Yaqui, lo que me dio mucho gusto.

 

Con mucho cariño recuerdo esos felices años que pasé en ese gran estado de Sonora.

 

PS- “Jacinto Cenobio” es quizás su canción más famosa. Y vaya que lo es. Es profundamente evocadora, con ese simple pero profundo trato que da a los temas de pérdida, desarraigo y el choque entre la vida rural y urbana. A través de una narración sencilla pero cargada de significado, ofrece el retrato del hombre que ha perdido todo lo que una vez dio sentido a su vida y que ahora vive una existencia solitaria y desgarrada en la ciudad. ¿En qué medida todos somos “Jacintos”?, ¿Si tuviera que reescribir hoy esa canción o hacer una secuela, qué describiría de los individuos y de la sociedad contemporánea?

 

PM- En efecto, Jacinto Cenobio es mi canción más conocida. Pienso que el motivo de su aceptación en el gusto del público, es porque casi todos los mexicanos tenemos un Jacinto Cenobio en la familia. Aunque, la verdad, no sólo los mexicanos. He recibido muchos mensajes de otros países tanto latinoamericanos como de España y Estados Unidos. No pienso hacer una secuela, porque considero que ya en esa canción dije lo que quería decir sobre el tema. Pero sí tengo otras canciones menos conocidas que abordan diferentes temas sociales, como “La Profesora”, “El Peón”, “Roberto el Albañil”, El Tigre y el Nahual”, “Los Niños que nada Tienen” y otras que han sido grabadas por gente muy importante, pero son poco conocidas.

 

PS- Pancho es un gran narrador, su capacidad para capturar la esencia de la vida y las tradiciones del México rural a través de la palabra escrita es única. Yo lo veo como un Juan Rulfo de buenas, con sus corridos de realismo mágico que tanto nos hacen reír y soñar. ¿Qué álbumes y corridos en particular usted recomienda a quienes no le han escuchado en esta faceta lírica y musical?, ¿por qué?

 

PM- Para mí el humor es algo “muy serio”. Algo a lo que debemos dar más importancia en la vida. Pero tiene que ser un humor limpio, no el humor procaz que usan muchos comediantes, y que más que divertir contribuye a envilecer el gusto de la gente. Tiene que ser un humor en el que la palabra sea la protagonista, sin ofender a nadie. En mis corridos trato de mantener vivo el lenguaje riquísimo que usaron nuestros abuelos, por medio del humor. Tengo cinco discos de corridos humorísticos: “Pancho Madrigal presentado por Virulo”, “Corridos Pendencieros 2”, “Corridos Bandoleros 1”, “Corridos Bandoleros 2” y “El Crimen del Santuario y Más Corridos”.

 

Creo que casi todos se encuentran en Internet.

 

PS- Es usted poeta, promotor, investigador, músico, escritor, compositor, incluso actor, pintor y artista visual. Está claro que el arte da sentido a su vida. ¿Cómo debería ser y funcionar un sistema educativo que forme en el disfrute y la práctica de las artes?. Si estuviera en sus manos, ¿cómo implementaría esa nueva forma de educar a los niños y jóvenes?

 

PM- Pienso que un niño o un joven sensibilizados no pueden tener sentimientos bajos. Y la mejor manera de sensibilizar es por medio del arte y la cultura. Por supuesto que, como todos sabemos, las autoridades de los tres niveles deberían aportar más presupuesto para este rubro. Pero pareciera que el verdadero interés de ellos, en vez de educar, es contribuir a que los jóvenes al no tener alternativas opten por el delito y la violencia.  ¡Cuántos músicos, cuántos artistas plásticos, cuántos poetas, cuántos literatos, cuántos actores, estarían dispuestos a dar clases en educación básica, pero no hay esa oportunidad. La única salvación, en cualquier país, es la cultura. No hay otra opción contra la delincuencia.

 

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