Los secretos de la arqueología musical
Por Alfredo Peñuelas Rivas
Anda recorriendo las redes sociales la noticia de que, en pleno 2024, el compositor alemán Johannes Chrysostomus Wolfgangus Theophilus Mozart acaba de “lanzar” un nuevo sencillo. Se trata de una pieza que era hasta ahora desconocida y que estaba traspapelada en los archivos de la Biblioteca de Leipzig. El archivo, denominado Ganz kleine Nachtmusik (Muy poca música nocturna), fue localizado por un equipo de archiveros de las Bibliotecas Municipales de Leipzig. Se trata de una obra de juventud de Mozart, compuesta probablemente entre 1765 y 1769, cuando el compositor tenía solo 10 a 13 años. La obra estaba intitulada como “Serenata ex C” para trío de cuerda y tiene una duración aproximada de 12 minutos. “Dado que la inspiración para esto aparentemente vino de la hermana de Mozart, es tentador imaginar que ella conservó la obra como un recuerdo de su hermano”, declaró Ulrich Leisinger, director del departamento de investigación de la Universidad Mozarteum de Salzburgo. Cabe aclarar que el manuscrito no es original de Mozart, sino una transcripción realizada hacia 1780 por un copista desconocido. Sin embargo, después de analizar la partitura, los expertos confirmaron su autenticidad.
¿Qué es lo que hace que la obra de un músico muerto prematuramente siga causando furor a más de dos siglos de su muerte? Si bien el hallazgo de la obra de Mozart es una noticia sorprendente, no es la primera que ocurre de esta índole. El 14 de noviembre de 1733 se estrenó en el Teatro Sant’Angelo de Venecia la ópera Motezuma, drama por música en tres actos con música de Antonio Vivaldi y libreto en italiano escrito originalmente por Girolamo Giusti, basado en el libro Historia de la conquista de México, población y progresos de la América septentrional, conocida con el nombre de Nueva España, de Antonio de Solís y Rivadeneyra, publicado en 1684 en Madrid.
La existencia de la ópera de Vivaldi quedó plasmada en la novela Concierto Barroco, de Alejo Carpentier. En la fantasía carpenteriana, un miembro de la élite hispano-criolla se dispone a visitar Europa acompañado de su sirviente negro, de nombre Filomeno. Dicha aventura los lleva a la ciudad de Venecia, durante la celebración del Carnaval. Ahí, Filomeno y su amo –vestido como Moctezuma, el último “emperador azteca”– se encuentran con Antonio Vivaldi para luego reunirse con Georg Friedrich Händel y Domenico Scarlatti (tres de los más importantes compositores del Barroco). Se van de juerga y se emborrachan durante toda la noche junto a los recién llegados. Vivaldi y Händel discuten sobre piezas musicales que aún no han sido compuestas y es que, gracias a los disfraces de los visitantes americanos, surge la idea de hacer la ópera Motezuma. Por supuesto, todos estos hechos son parte del inmenso imaginario creativo de Alejo Carpentier.
Volviendo a la realidad, la existencia de Motezuma es casi de una leyenda de la cual solamente se conocieron los personajes y parte de la trama gracias a un programa de mano. La música se perdió tras la muerte del compositor durante muchos siglos, llegando hasta días solamente la letra. Pero, en 2002 se redescubrió la partitura en el archivo de la biblioteca de la Sing-Akademie zu Berlín, una antigua agrupación coral. Al parecer, tras la Segunda Guerra Mundial, su biblioteca fue saqueada por el Ejército Rojo y llevada a la Unión Soviética. Tras un largo periplo, el archivo acabó en Kiev, en la actual Ucrania, donde el musicólogo Steffen Voss descubrió parte de la música de esta ópera: el principio del primer acto y un fragmento del tercero. Lo demás había desaparecido y tuvo que ser reconstruido a través de un trabajo de arqueología musical. Aunque a Motezuma le faltan nueve escenas, éstas fueron reconstruidas con otras arias y coros de las obras Juditha Triumphante e Il Giustino, del propio compositor veneciano.
Si bien la ópera no es fiel a la historia original, ya que no aparece Malitzin, Hernán Cortés se llama Fernando, y es un hermano suyo de nombre Ramiro quien tiene amoríos con una princesa azteca (entre otras rarezas), la obra fue presentada para su “estreno en América” el 10 de agosto de 2007, en el teatro “Esperanza Iris” (en ese entonces Teatro de la Ciudad), 274 años después de que viera la luz en Venecia, ya muy pocos metros de lo que fuera el palacio de Moctezuma. Sin duda, tanto el hallazgo de la obra de Mozart como el redescubrimiento de la ópera de Vivaldi se podrían considerar como los hallazgos musicales del siglo y superarían por mucho al nuevo tema inédito de The Beatles o de cualquier otra agrupación famosa del siglo XX.
Pero lo que resulta más grato es que al público del siglo XXI le emocionen estos “nuevos lanzamientos” de artistas fallecidos hace más de 200 años, cosa que casi ya no ocurre, dicho sea de paso, con los discos nuevos de las estrellas de la música actual.