La superación de la metafísica mediante el análisis cinematográfico de la imagen.
Mario Teodoro Ramírez
El cine fue capaz de lograr lo que los filósofos del siglo XX se propusieron pero quizá no lograron a cabalidad: la superación de la metafísica que, entre otros asuntos, consiste en la superación de la separación jerárquica —de origen teológico— entre el alma y el cuerpo, el espíritu y la materia, la imagen y el objeto, el placer y la comprensión, lo infinito y lo finito. La narración cinematográfica une estas dimensiones, las vuelve co-presentes, establece vasos comunicantes entre las diversas esferas de la existencia, entre tiempos distintos y entre espacios distantes, aquí y allá se sobreponen en una misma imagen; pasado y presente, memoria y entendimiento, sueño y vigilia se transmutan entre sí. Una caminata deviene baile y una charla canción. La vida toda deviene ensoñación de sí misma.
En el cine percibimos el pensamiento en los gestos y actos corporales, captamos las emociones —la angustia, la alegría— en los rostros y en el mundo en torno vuelto rostro. En el cine “vemos” el ser-en-el-mundo de Martin Heidegger, la unidad o relación inmanente del humano y el cosmos. Todo queda subsumido en esta alquimia de las imágenes, aun lo que no es imagen, pero es constitutivo de la posibilidad de la imagen. El cine es pensamiento. Un pensamiento capaz de contener, transformar y potenciar a la realidad misma. Hace lo que el espíritu hegeliano quería hacer y mejor. Ciertamente, el pensamiento del cine (que no es el pensamiento del director) no piensa con fórmulas intelectuales sino con imágenes —ópticas y sonoras—, movimiento y tiempo, con la realidad misma hecha signo. Como decía Pier Paolo Pasolini, el cine es la verdadera ontología —nuestra metafísica posible, la “ciencia de la realidad” como tal—, la que surge allende lo real y desde las profundidades de la vida y la experiencia.
A través del cine (del buen cine, si es necesario aclarar), la realidad comunica directamente con lo más íntimo y singular de nuestra subjetividad, con nuestro cerebro y nuestra mente, con nuestras sensaciones y afecciones, nuestros recuerdos y emociones, con nuestros secretos más escondidos. El cine nos involucra de forma total, en cuerpo, alma y pensamiento. No es la proyección de nuestros deseos, al contrario. Somos obra de la imagen, no sus dueños. Somos literalmente ‘poseídos’ por una película más que poseerla nosotros. El cine, dice Markus Gabriel, nos invade y se apodera de nosotros como hace el monstruo de Alien con sus víctimas.
En cuanto el pensamiento del cine tiene su génesis en sus propios y singulares mecanismos —sensoriales, narrativos—, se va a tratar siempre de un ‘nuevo’ pensamiento, de una emergencia o una autogénesis, de una autogeneración o una creación. De una singularidad. El cine siente y hace sentir, piensa y hace pensar, engendra en nosotros un pensamiento que no había sido pensado antes: es el “autómata espiritual” como tal. El cumplimiento del sueño o la utopía de todas las artes, y de la filosofía misma: ser real, dar realidad, pensar lo real como tal.
El cine nos permite volver a tener fe, sí, pero en este mundo, nada más que en este mundo, como querían Yasujiro Ozu (1903-1963), Carl Theodor Dreyer (1889-1963), Robert Bresson (1901-1999), Ingmar Bergman (1918-2007), Stanley Kubrick (1928-1999), Jean-Luc Godard (1930-2022), Abbas Kiarostami (1940- 2016) y tantos otros. El plano cinematográfico es el “plano de inmanencia” mismo, la obsesión filosófica de Gilles Deleuze. Por eso, si hay una era posmetafísica, gozosamente posmetafísica, es la nuestra, y es gracias al cine.
Bibliografía
Martin Heidegger, El ser y el tiempo, México: Fondo de Cultura Económica, 1951.
Ver del cineasta italiano Pier Paolo Pasolini (1922-1975), El cine como semiología de la realidad, México: UNAM, 2006.
Markus Gabriel, El poder del arte, Santiago de Chile: Roneo, 2019. Se refiere naturalmente a la película Alien de 1979 dirigida por Ridley Scott.
Sobre la relación cine-filosofía y sobre la naturaleza u ontología del cine, ver la obra del filósofo francés Gilles Deleuze (1925-1995), particularmente sus reconocidos textos sobre cine: Estudios sobre cine 1. La imagen-movimiento y Estudios sobre cine 2. La imagen-tiempo, Barcelona: Paidós,1984 y 1985, respectivamente.